A ninguna parte

viernes, 25 de diciembre de 2009

Otra vez quiero salir. Y cuando más seguro estoy de ello, antes aparece lo que me retiene y me roba el aliento, el impulso tomado y las ganas. Y llega otra vez ese momento en que todo pierde importancia, el pesado día se baja de la báscula y deja paso a los esbeltos siguientes minutos. Así es como no sólo se han marchado los días, sino con ellos también los años, repitiéndose una vez más la historia que cada día me repetía que no volvería a escuchar, pero nunca aprendo. Parece que hay lecciones que no estoy preparado para aprender.

Pero, ¿qué me retiene? No creo que sea lo que no conozco, sino más bien el miedo, la inseguridad, la rabia, la rutina. Pero sé que un día, no muy lejano, todo llegará a su fin, y con ello podré volver a buscarme, en un lugar donde estará prohibido fingir y llevar ropa, un lugar donde me reconozca, donde vuelva a encontrar a ese chaval que tan bien me caía, que tanto ha perdido, y al que cada día quiero menos. Ese con quien te reías a cualquier hora, al que le importaban las personas de su entorno.

Siento que me estoy perdiendo algo, que estos años que me voy robando jamás los recuperaré. Siento que todo lo que aprendo es negativo, y que lo positivo no me ayuda a escribir ni a pensar. Siento que lo veo todo desde detrás de ese cristal empañado, que distorsiona las pequeñas cosas y las hace irreconocibles, y que sólo deja entrever elefantes...antes no los veía joder. Quiero aprender otras cosas, pero cada vez son menos las que consiguen motivarme. Tal vez, y sólo tal vez, andando el camino con dos pies en vez de cuatro, llegue antes ahí.







Read more...

El beneficio de la duda

jueves, 17 de diciembre de 2009

Es un lujo vivir con una fuerte convicción en el mundo en el que vivimos, tan repleto de preguntas sin respuestas, pero más repleto aún de respuestas absurdas. No importa que no las conozcamos, si es necesario nos las inventaremos. Después podrán llegar otros y adoptarlas como propias, basta repetir cien veces una mentira para convertirlo en otra más apestosa.

¿En qué momento somos capaces de creernos una estupidez? En ocasiones el individuo crédulo es aquel que es incapaz de formular teorías por sí mismo y precisa de las del prójimo para ubicarse de alguna forma. Crédulo es buena persona, no se mete en problemas, no refuta ni discrepa de nada para mantenerse en esa línea senoidal que une puntos tan dispares. Otras veces Crédulo es capaz de afirmar rotundamente cualquier idea si ésta proviene de su modelo a seguir, de su musa o de quien está convencido de poseer la verdad absoluta. Pero no me cae bien, lo siento. Prefiero a Escéptico, ese que
va por ahí sin creer nada de lo que le cuentan, que necesita que todo se lo demuestren, que tiene que palpar, ver, sentir, oler, que discute cualquier teoría por válida que parezca...pero no lo prefiero por todo esto. Confío más en él porque para llegar a ser quien es, antes pasó por todo lo demás, hasta que un día se preguntó: ¿y si esto no es así? ¿Y si me equivoco? Y con la duda nació la humildad.

Read more...

Adrenalina de más

lunes, 14 de diciembre de 2009


Me ha llevado muchos años lograr distanciarme de lo que ahora repudio. Aunque tampoco es tanto tiempo si rescato momentos concretos de mi ineficaz memoria, todo parece más cercano cuando lo asociamos a emociones más que a lugares o hechos. Al principio,como todo en su origen, solemos simpatizar más con el instinto, pues es quien nos regala todo lo prohibido sin pedir nada a cambio, quien nos invita a vivir y no a observar, el que nos hace sentir grandes. La conciencia llega más tarde, y no recibe tan agradable bienvenida, tiene que ir haciendose hueco hasta poder, algún día, ser quien domine los sentidos. El problema comienza cuando ese día no llega, o lo hace tarde. En mi caso creo que ese día ya llegó, aunque no marca una franja perfectamente nítida, y a veces dudo si la he traspasado o no.

En algún momento de mi vida hice uso de ella, como todos, cuando todavía no comprendía la magnitud de mis actos, pero conseguí apartarla del camino razonablemente pronto. Y conseguí hacerlo cuando la sensación que me provocaba cambió de ácida a amarga, la adrenalina se convirtió un día en hiel. El corazón ya no se me aceleraba al experimentar o al contemplarla, sino que cambiaba de ritmo de forma brusca, con un golpe, ralentizándose. A continuación todo era desprecio e incomprensión, ese odiado sabor tan amargo.

Ahora, entre iguales, cuando huelo la excitación ante un espectáculo semejante, me viene de nuevo ese sabor, provocado esta vez por el asombro ante paladares de cartón. Y no importa que dependa de si llueva, hiele o nieve, que si un caso, que si dos, que si merezca o desmerezca, llega un día en que hay que abrir los puños para transformarlos en manos, dejando atrás una de los pocas taras innatas de nuestra especie.

Read more...
Powered By Blogger

Buscar este blog

  © Free Blogger Templates Nightingale by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP