A ninguna parte

viernes, 25 de diciembre de 2009

Otra vez quiero salir. Y cuando más seguro estoy de ello, antes aparece lo que me retiene y me roba el aliento, el impulso tomado y las ganas. Y llega otra vez ese momento en que todo pierde importancia, el pesado día se baja de la báscula y deja paso a los esbeltos siguientes minutos. Así es como no sólo se han marchado los días, sino con ellos también los años, repitiéndose una vez más la historia que cada día me repetía que no volvería a escuchar, pero nunca aprendo. Parece que hay lecciones que no estoy preparado para aprender.

Pero, ¿qué me retiene? No creo que sea lo que no conozco, sino más bien el miedo, la inseguridad, la rabia, la rutina. Pero sé que un día, no muy lejano, todo llegará a su fin, y con ello podré volver a buscarme, en un lugar donde estará prohibido fingir y llevar ropa, un lugar donde me reconozca, donde vuelva a encontrar a ese chaval que tan bien me caía, que tanto ha perdido, y al que cada día quiero menos. Ese con quien te reías a cualquier hora, al que le importaban las personas de su entorno.

Siento que me estoy perdiendo algo, que estos años que me voy robando jamás los recuperaré. Siento que todo lo que aprendo es negativo, y que lo positivo no me ayuda a escribir ni a pensar. Siento que lo veo todo desde detrás de ese cristal empañado, que distorsiona las pequeñas cosas y las hace irreconocibles, y que sólo deja entrever elefantes...antes no los veía joder. Quiero aprender otras cosas, pero cada vez son menos las que consiguen motivarme. Tal vez, y sólo tal vez, andando el camino con dos pies en vez de cuatro, llegue antes ahí.







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